Muy numerosos eran los dioses del hogar y de la patria


Manes era el nombre dado a los espíritus de la muerte. Los antiguos creían que los Manes presidían los cementerios.

Mnemosine se llamaba a la diosa de la memoria, pues esta palabra griega significa “memoria”. Los poetas la han hecho madre de las nueve Musas porque a la memoria se debe el progreso de la Ciencia.

Mithras fue un rey de Persia adorado como un dios del Sol. Su influencia se manifestó en Roma y se extendió hasta los tiempos de Cristo. Mithras generalmente se ha representado por un joven con turbante, que derriba a un toro, como símbolo de su poder.

Eris fue llamada Discordia por los romanos. Era hermana de Ares y además una peligrosa divinidad que sembraba la discordia tanto en el Olimpo como en la Tierra. Tan odiada fue por todos que Júpiter la expulsó del Cielo. Los pintores la representan como una pálida mujer vestida andrajosamente, que empuña una daga. Su cabeza aparece entrelazada por serpientes; su nombre corriente era Belona.

Nika era para los griegos la diosa de la victoria. Era hija de Palas y Estyx. Se la representa generalmente por una figura alada que lleva una palma o una corona, que conduce los caballos de los vencedores en las batallas; y también grabando su nombre en un escudo.

Lares y Penates simbolizaban los dioses del hogar, cuya misión era muy estimada por los antiguos. Lares eran los espíritus de los antepasados, y se creía que ellos podían continuar desempeñando la misión de aquéllos en los asuntos domésticos. Se representaban en pequeñas estatuas para que las familias pudiesen transportarlos cuando se mudaban. Nuestros estimados tesoros de familia son generalmente llamados “lares”.

Genio (Demon) es el santo patrón de cada hombre, que preside los nacimientos. Todos tenían el suyo, al que hacían sacrificios en su natalicio; algunos eran buenos y otros malos. Los buenos Genios se figuraban por un hombre joven, bello y rubio, coronado de flores; los malos, por un hombre feo y viejo que sujeta una lechuza, el pájaro de mal agüero que presagia la calamidad.

Fortuna, la hija de la Noche y el Caos, era ciega y dirigía a los dioses y a los humanos, con los destinos de los cuales se entendía por medio de sus tres ministros: las Parcas. Tan sólo el oráculo podía cambiar o destruir los designios escritos en el inexorable libro de la Fortuna. Ésta es representada con una cornucopia o cuerno de la abundancia, lo que significa que ella es la proveedora de los ricos; o con un cetro, emblema de su poder; o sujetando una rueda, símbolo de su inconstancia e inestabilidad.

Esculapio, aunque hijo de Apolo, mortal, fue un príncipe conocido por su destreza en el arte de curar a los enfermos. Llegó hasta poder tornar un muerto a la vida; pero Júpiter, movido por los celos, lo hirió de muerte. La leyenda presenta a Esculapio como el padre de los médicos. En las estatuas aparece sentado en un trono, apoyada una mano sobre la cabeza de una serpiente, para indicar así su poder sobre el mal.

Higieya, la diosa de la salud, era hija de Esculapio. Los antiguos la representaban como una mujer con velo a la cual las madres consagraban sus hijos. Nuestra palabra “higiene” es un derivado de su nombre.

Himen, el dios del matrimonio, se representaba entre los antiguos como un bello joven coronado de flores, que sujeta en una mano una antorcha y lleva en la otra un velo amarillo destinado a cubrir a las novias.

Morfeo era hijo del Sueño y el dios de los ensueños. Los artistas lo representan como un niño que duerme rodeado de amapolas o adormideras, sus flores favoritas, porque le inducían al sueño.

Sueño (Hipnos) era el dios del sueño. Su nombre latino ha originado la palabra francesa sommeil, para dormir, y la inglesa somnolent, soñoliento, e Hipnos, a su vez, la palabra hipnotismo.