Otra interesante leyenda sobre el descubrimiento del café


Existe una leyenda cristiana, similar a la anterior, según la cual allá por el año 1440 un pastor de Etiopía contó a los monjes de un convento, próximo al lugar donde por casualidad apacentó un día su rebaño, que durante la noche, en vez de dormir como de costumbre, los animales no hicieron otra cosa que saltar de un lado al otro, por lo que suponía que aquel sitio estaba embrujado y temía que sus animales también. Los monjes creyeron que aquello podía explicarse naturalmente por haber comido el rebaño de alguna planta que le produjera tan singular efecto.

Pronto comprobaron que en dicho lugar existían numerosos arbustos recién despojados de sus hojas, cortezas y frutos. Recogieron algunas semillas de una de aquellas plantas, que no eran otras que cafetos, y probaron qué efectos producían en ellos mismos; así descubrieron que ahuyentaban el sueño. En vista de esto, parece que desde entonces los monjes dispuestos a pasar la noche en oración combatían el sueño con una infusión de aquellos frutos.

La noticia de este descubrimiento se propagó y llegó a oídos de algunos mercaderes, quienes pensaron sacar partido de tan notable producto; de ese modo comenzó el café a difundirse por el mundo civilizado.