Algunas de las principales deidades de pieles rojas y antillanos


De las numerosas tribus que habitaron en América del Norte, se destacan desde el punto de vista religioso, por la originalidad y variedad de sus dioses y mitos, los iroqueses y los hurones, cuyas ideas y ritos tienen muchos puntos de contacto.

Tarenyawagon, el poseedor de los cielos, fue el conductor y organizador de los iroqueses; por ello era el dios más venerado de estas tribus.

Según los hurones, Alaentsin, madre del género humano y abuela de Tarenyawagon, era una divinidad maléfica, que ordenaba la muerte y reinaba sobre las almas.

Garonhia era el dios supremo de los iroqueses; los Hondatkonsana eran los genios subalternos que de él emanaban, y los Agotkon, los espíritus de segundo orden.

Manitu, el Gran Espíritu, confundido generalmente con el dios supremo, encarnaba en cualquier objeto, como una piedra, un árbol, etc., o en algún animal. Matchi-Manitu, dios maléfico, representaba la Luna, originaba las tormentas y oponía sus fuerzas a las de Manitu.

Otros dioses de iroqueses y hurones eran: Matkomek, divinidad del invierno; Messon, reparador del mundo, y Toia, el autor de todo mal.

Las pacíficas tribus antillanas creían en los Zemes, dioses de la caza y de la pesca, espíritus malignos que debían ser invocados y aun adorados para tornarse propicios.

Aquambué, llamaban a los espíritus en general, que se dividían en dos clases: opoíem y maboia, buenos y malos respectivamente. Attabeiraer era, entre los haitianos, la madre del ser supremo o gran espíritu, al que llamaban Chemhm.