El temido leopardo, feroz atacante y admirable trepador


Aunque el leopardo es menor que el león y que el tigre, se lo teme, por lo general, mucho más que a estas dos fieras. Se decide a atacar a las personas con mayor rapidez que los otros dos felinos, y es mucho más terrible por el hecho de ser un trepador admirable, aptitud de que carecen el tigre y el león. Adondequiera que trepe un mono, puede seguirle el leopardo, y desde la rama de árbol, a la que se adhiere de una manera tan íntima que no es posible descubrir su presencia, salta inopinadamente sobre su presa, dispuesto a emplear en ella, con efectos espantosos, sus poderosos dientes y garras. Por regla general, los leopardos no devoran a las personas, sino que se contentan con matarlas; pero esto no es obstáculo para que, lo mismo en Asia que en África, se los tema aún más que a los feroces leones y tigres, que tantas víctimas causan entre los indígenas. No hace mucho, dos amigos estaban sentados una noche, acompañados de un perro, en la casa de una granja del África oriental, cuando, de pronto, un monstruoso leopardo penetró de un brinco en la estancia, a través de una ventana. Deslumbrado por la luz que había en la habitación, trató de buscar salida por la puerta; pero, desgraciadamente, la cerró él mismo, en su atolondramiento. Entonces revolvióse contra el granjero, le arrebató una silla que éste había cogido para defenderse, y le asestó un golpe en el cráneo con su pata.

El pobre hombre carecía de armas de fuego, y sólo pudo luchar con los puños. De poco sirven éstos en tales ocasiones; pero el perro acudió en su socorro y atacó denodadamente al leopardo, acorralándolo hacia la puerta, que el granjero había logrado abrir entretanto; al sentir la corriente de aire frío que por ella penetraba, la fiera la traspuso de un salto, con el perro colgado todavía de una pata.