Dos pájaros que fueron a una boda en busca de confites


Fácil es reconocer a primera vista el nido del pinzón, limpio, cómodo, abrigado, suspendido de las ramas de un árbol, hecho de musgo y trocitos de lana, y deliciosamente forrado de crines de caballo y plumas. Una vez una pareja de pinzones penetró en el salón donde se había celebrado la fiesta de una boda, después que los convidados se habían retirado ya, y, apoderándose los atrevidos intrusos de los confites, los fueron transportando uno a uno a su morada.

Más curiosa es aun la ocurrencia de dos papamoscas, que emplearon en la construcción de su nido una gran cantidad de cerillas, entrelazándolas con trozos de seda y algodón, y colocando además dos colillas de cigarrillos en los costados de aquél. La presencia de tantas cerillas, y todas usadas, en la composición de este nido, indica claramente que los pájaros las buscaron de intento, después de haber encontrado de un modo casual la primera, y demuestran que cuando, por necesidad o elección, emplean en la construcción de sus nidos materiales distintos de los utilizados por las de su misma especie son capaces de fabricarlos con la misma solidez y maestría que sus antecesores.