ANIMALES RAROS Y DESAPARECIDOS


Colocando una gota de agua bajo la lente de un poderoso microscopio, vemos que en ella bulle un mundo de corpúsculos vivos, y nos sorprende, en verdad, que en una gota que parecía tan limpia y exenta de vida, se agiten en tal cantidad seres de distintas formas y tamaños; cosa casi increíble y que difícilmente admitiríamos, a no revelárnoslo aquel instrumento. Y si esa pequeña gota encierra tales misterios, ¿qué no habrá en todo el mundo, del cual es una partícula insignificante?

En un jardín, si se recorren sus cuadros y céspedes, no parece que entre aquellas plantas y aquellas flores se oculte misterio alguno. Fuera de las aves, al pronto no se ven otros seres vivientes. Pero, luego, el salto de alguna rana denuncia la presencia de estos batracios, con lo que se empieza a sospechar que la soledad del jardín no es tanta como al principio pudiera presumirse. Y, en efecto, a poco que se detenga el observador, se convencerá de que allí la vida animal es tan interesante como podría serlo la de un parque zoológico. Los ratoncitos que huyen presurosos al ruido de las pisadas; las lagartijas, corriendo veloces por las paredes y por las ramas y los troncos de árboles y arbustos; las mariposas, que vuelan de flor en flor; las industriosas hormigas, y miríadas de insectos y gusanos, animan aquel espacio que antes parecía desposeído de vida animal. Al entrar en el jardín, acaso creía el visitante que iba a estar solo, y, a poco de permanecer allí, se encuentra acompañado de más seres vivos que personas hay en todo el género humano, puesto que en cada centímetro cúbico de terreno hay más de 100.000 microbios, los cuales, por cierto, son en su mayoría beneficiosos para las plantas.

Las especies y variedades de insectos y de formas vivas microscópicas son tantas que, aun prescindiendo de las que todavía no han clasificado los naturalistas, superan en mucho a las de todos los vertebrados: mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.

Lo cual puede tenerse por cierto, a pesar de no conocerse aún todas las especies de vertebrados, como lo prueba el hecho siguiente: Durante siglos ha podido vivir en África, enteramente ignorado, un hermoso animal llamado okapi. Antes de principios de siglo, cualquier zoólogo eminente hubiera dicho que tenía noticia de todos los mamíferos del Viejo Mundo; y, sin embargo, había uno por descubrir, un animal mezcla de jirafa y gacela en su apariencia, del tamaño de una muía, con pelaje castaño casi negro, patas y ancas con claras rayas transversales, y cabeza amarillenta. Algunos europeos han ido a África con la intención de buscar el okapi en los bosques en donde se sabe que habita; pero es muy difícil cazar un ejemplar vivo.

Se tuvo noticia de este animal por primera vez, de un modo algo novelesco. Los cuentos infantiles y los relatos de viajes fantásticos mencionaban a menudo a los pigmeos, pero nadie creía que tal pueblo existiese.