Los viajes que realiza la almeja, enganchada a un pez


Las almejas perliferas no habitan en el mar, sino en los ríos. Conviene que nos fijemos en un aspecto muy curioso de su vida. Si fabrican perlas, es para librarse de la molestia que les causa algún huevecillo que se ha quedado dentro de su concha, algún grano de arena o cualquier otro objeto que se haya introducido en ella; es por tanto, evidente, que no les gustan los parásitos. Sin embargo, al principio de su vida, también ellas se arriman a otros seres. Cuando las almejas recién nacidas abandonan a la almeja madre, van provistas de dos ganchitos con los cuales se agarran al primer pez que pasa, lanzándose de este modo a viajar por el mundo. Así permanecen enganchadas hasta que han crecido suficientemente para «establecerse" por cuenta propia. Entonces se dejan caer en el fondo fangoso y continúan creciendo hasta convertirse en almejas.

Los mejillones son parientes muy cercanos de la almeja perlífera, aunque viven en el mar. Son comestibles, y se hace gran consumo de ellos en muchos países.