De qué modo las mudas de cáscaraa amargan la vida al carbajo y de las langostas jóvenes


La langosta es otro crustáceo muy estimado como comestible. Se parece bastante al cabrajo, pero le aventaja en tamaño y, además, carece de pinzas, si bien sus antenas son mucho más recias que las de aquél.

La muda del cabrajo, así como la de la langosta, es todavía más laboriosa que la del cangrejo, pues no sólo mudan de cascara, sino que sueltan también la membrana de que está revestido su estómago. En esto se parecen a los cangrejos de río, cuya carne es asimismo bastante apreciada. Éstos se distinguen fácilmente por sus pinzas, que son pequeñas. Las crías del cangrejo de río no empiezan la vida en forma tan extraña como los cabrajos y langostas y los cangrejos de mar, pues se parecen más a sus padres desde el momento en que nacen, aunque así y todo tienen que sufrir transformaciones penosas. Mudan ocho veces durante el primer año, cinco veces durante el segundo y dos en el transcurso del tercero. Al terminar cada muda, el cangrejo queda blando e indefenso, hasta que se ha endurecido la nueva cascara.