¿Puede almacenarse la luz solar?


Tenemos que tener en cuenta que la luz proveniente del Sol es una forma de energía, y como tal no puede aniquilarse, sino transformarse. La pregunta que nos hemos formulado tiene un sentido más preciso si la expresamos en términos de energía, con lo que su formulación correcta es: ¿puede almacenarse la energía solar?

Hay ejemplos evidentes como para comprobar los efectos que produce la radiación solar; en cierta forma podemos decir que los vegetales nos alimentan con ella, pues mediante el mecanismo conocido como fotosíntesis realizan un aprovechamiento de la energía solar para los fines de su síntesis de materia orgánica. ¿Por qué, entonces, el hombre no aprovecha esta inmensa cantidad de energía que llega constantemente sobre la Tierra? Mucho se ha hecho en este sentido, pero también mucho falta todavía por realizar. Es sabido, y cualquiera puede fácilmente comprobarlo, que si concentramos los rayos solares mediante una lente podemos quemar trozos de papel, madera, tejidos, etc. Aprovechando este simple hecho se han construido hornos para fundir metales y también cocinas para preparar los alimentos, destiladores para producir agua potable en regiones apartadas, en alta mar, y hasta en la glacial Antártida.

Es claro que ustedes se preguntarán cómo nos arreglamos con una cocina solar cuando está nublado, o durante la noche. Ésta es en efecto, una de las dificultades primordiales, aunque podría ser resuelta mediante el almacenamiento de la energía solar; volvemos entonces a plantearnos la pregunta que nos propusimos en el comienzo: ¿puede almacenarse la energía solar? Sí, efectivamente: esto puede hacerse, pero la dificultad estriba en que los costos resultan tan altos que el problema pierde interés, económicamente considerado. El almacenamiento puede realizarse de varias formas; indicaremos en qué consiste. Todos sabemos que si durante una excursión proyectamos beber algo caliente varias horas después de la partida, lo más conveniente es llevarnos un termos, donde el alimento puede permanecer caliente muchas horas. Mediante grandes termos podemos almacenar líquidos que, durante el día, o mientras había sol, fueron calentados aprovechando la radiación solar. La energía proveniente de dicha radiación, transformada en calor, puede entonces almacenarse en termos apropiados y utilizarse durante la noche. Claro que, como dijimos anteriormente, desde el punto de vista económico este almacenamiento carece por el momento de ventajas.

Hay otras formas de almacenamiento de la energía solar, que son las que se estudian con más interés, y que imitan, en líneas generales, a los procesos biológicos de almacenamiento de energía en la propia Naturaleza.

Uno de estos procesos biológicos convierte los fotones emitidos por el Sol, en presencia de electrones cedidos por sistemas enzimáticos, en hidratos de carbono, sustancias orgánicas fundamentales para la vida, que los organismos convierten en energía liberando calor, oxígeno, agua y anhídrido carbónico.

Los sateloides de investigación transestratosférica, llevan baterías solares, que no son más que conjuntos de pilas dentro de recipientes transparentes que permiten el acceso de la luz solar a complejos químicos. Estas sustancias fotoquímicas, de las cuales ustedes conocen las sales de plata que hacen posible la fotografía, el selenio y otras, modifican sus concentraciones y establecen diferencias de potencial entre los electrodos de las pilas. Estas reacciones se transforman en energía eléctrica, que se suma a la producida por pares de dos metales diferentes soldados, que, al ser calentados por la luz solar, también generan electricidad, que se almacena en acumuladores como los de los automóviles, es decir, químicos. De este modo el sateloide puede radiar sus mensajes durante un tiempo muy largo, que depende de la velocidad de degradación de las sustancias químicas empleadas en sus pilas.