¿Por qué es necesario enterrar las semillas para que germinen?


Una semilla es en realidad una pequeña plantita, a la que se llama científicamente plántula, constituida por una pequeña raíz, llamada radícula, una o dos hojitas llamadas cotiledones, y el talluelo. Este conjunto de la semilla que constituirá la futura planta se llama embrión. Además contiene sustancias de reserva para alimentarla durante los primeros días de su vida independiente, hasta que sea capaz de asimilar ella misma sus propios alimentos. Las sustancias de reserva se encuentran alojadas en los cotiledones o fuera del embrión; en el primer caso los cotiledones son grandes y ocupan casi toda la semilla. En la parte exterior de ésta se halla un tegumento que la protege.

Para que una semilla produzca una nueva planta, ante todo tiene que germinar. Para eso se la entierra superficialmente y se la riega. Para germinar tiene necesidad de agua, una determinada temperatura, que varía según las especies, y oxígeno, que toma del aire. Logradas, pues, estas condiciones, la plantita empieza a crecer y rompe el tegumento. Al principio se alimenta de las sustancias de reserva, y cuando éstas se acaban, ya se ha desarrollado lo suficiente como para poder formar sus propios alimentos. Algunas semillas, llamadas duras, no germinan porque el tegumento tiene tal estructura que es impermeable al agua, y pueden permanecer en el suelo uno, dos o más años sin germinar.