¿Cuál es el origen de los remolinos?


Cuando agitamos una taza de café con la cucharilla para acelerar la disolución del azúcar, producimos un pequeño remolino; y cuando un torbellino de viento se desarrolla encima del agua, provoca también en ella idéntico fenómeno. Esto es puramente accidental y pasajero; pero en muchos lugares del mundo existen numerosos remolinos, que duran siglos y siglos. Reconocen por causa el encuentro de dos corrientes de agua, sobre todo si éstas son intensas y muy rápidas. Cuando tomamos un trompo o una pelota, y colocándolos entre las palmas de las manos hacemos avanzar una de éstas y retroceder la otra, empiezan a girar dichos objetos con tanta mayor velocidad cuanto mayor haya sido la energía con que hayamos ejecutado el movimiento descrito; y éste es exactamente el efecto que dos corrientes que se encuentran ejercen en el agua.

En el sitio de caída de las cataratas del Niágara hay un remolino grande; otro, acerca del cual se han inventado mil fábulas, es el célebre Maelstrom, de las costas de Noruega; pero el más famoso de todos es el nombrado Caribdis, en el estrecho de Mesina. Nos consta que este remolino existía hace millares de años; pero la región en que se halla es muy propensa a terremotos, como todo el mundo sabe, y se dice que la situación de Caribdis ha cambiado por efecto de ellos.

No lejos del lugar donde giraba el Caribdis, existía un gran escollo, llamado Escila, en extremo peligroso para los navegantes, pues era sumamente difícil a las embarcaciones pequeñas pasar entre el remolino y el escollo, sin ser absorbidas por el primero o estrellarse contra el segundo; por eso, hasta nuestros días, se ha perpetuado la costumbre de decir, cuando un hombre se encuentra colocado entre dos peligros extremos, que se halla entre Escila y Caribdis, o bien de este modo: “salir de Escila para entrar en Caribdis”.