¿Es siempre igual o varía la composición del humo?


Hay muchas clases de humo. Los gases que se producen, cuando se dispara un cañón, no son humo, porque éste nunca es un gas, sino una mezcla de finísimas partículas sólidas, suspendidas en el aire. En cuanto a la pólvora ordinaria, produce menos humo cuando la proporción de las diversas sustancias que la constituyen se halla equilibrada sabiamente. Si hay demasiada cantidad de alguno de los ingredientes, comparado con los otros, no se consumirá toda ella al explotar, y saldrá por la boca de la pieza en forma de humo; la pólvora ordinaria siempre produce humo, porque no es la mejor mezcla que puede idearse para ese fin.

El humo de las ciudades compónese generalmente de partículas de carbón; y uno de sus principales inconvenientes es el de ser oleaginoso, pollo que se adhiere a las cosas y las mancha. La exacta composición del humo depende, por supuesto, de la sustancia que se haya quemado, y del modo como se haya realizado la combustión. El humo de la combustión de la madera es muy distinto del de la combustión del carbón, y en ambos casos la cantidad originada depende, en gran parte, de la temperatura de la combustión.

Cuanto más elevada sea aquélla, más fácil y completa será la combustión de los cuerpos. Todos hemos observado que cuando un fuego no está bien encendido, y su temperatura, por tanto, no es bastante elevada, despide densas nubes de humo; y, por el contrario, cuando está bien encendido, y arde con llama clara, produce muy poco humo. Por otra parte ciertas clases de carbón producen mucho menos humo que otras, y esto también depende de la cantidad de aire que alimente la combustión. Todas estas circunstancias deben tenerse muy en cuenta porque influyen notablemente en la economía del combustible, en la cantidad de calor que la combustión desarrolla, y en el daño que causa el humo a las personas, animales y plantas que tienen que respirarlo obligadamente.