LA VID Y EL ABETO - Manuel del Palacio


Todos los seres tienen su utilidad en la Naturaleza, y a menudo los que parecen de menor provecho son los que prestan mayores beneficios, como se ve en la siguiente balada del poeta español Manuel del Palacio (1832-1906). Muy extensa es la producción literaria de del Palacio, pues su musa recorrió la leyenda, la sátira, el soneto, la copla, la elegía y el teatro.

De dorados racimos coronado
Tronco de vid gigante,
Así dijo una vez a un elevado
Abeto no distante:

-Risa me causa ver tanta grandeza
Que en la inacción se pierde;
Jamás hallé otra cosa que tristeza
Bajo tu manto verde.

Yo del mortal disipo la amargura;
Yo al placer le convido,
Y en mí encuentra a la par calma y locura,
Felicidad y olvido.

Doy fuerzas al cansado, y al sediento
Curo con una gota;
Tú, ni aroma siquiera das al viento
Que sin piedad te azota.

Calló la vid, y con murmullo inquieto
Sus ramas agitando,
Hacia la tierra se inclinó el abeto
Y dijo suspirando:

-Tú ofreces, al que sufre, la alegría,
Tú aplacas sus dolores,
Y llenas su exaltada fantasía
De ensueños seductores.

Yo al que me busca doy sombra y abrigo;
Por calentarle muero,
Y el dulce sueño que perdió contigo
Le otorgo placentero.

Y del mortal siguiendo la fortuna,
Pues Dios así lo quiere,
Cuando nace a la vida le doy cuna,
Y ataúd cuando muere.