A LA ROSA - Francisco de Rioja


La rosa ha sido considerada en todo tiempo como la reina de las flores. Ninguna de ellas puede disputarle la primacía en combinar tan armoniosamente la espléndida proporción de la forma con la elegancia del porte, la riqueza del color y la exquisita suavidad del aroma. Los poetas han cantado la pompa y galanura de sus encantos, viendo en ella el símbolo de la belleza transitoria, condenada a muerte rápida y prematura. Con expresivas y felices imágenes desenvuelve poéticamente este asunto el poeta español Francisco de Rioja (1583-1659) en la preciosa silva que nuestros lectores pueden leer a renglón seguido.

Pura encendida rosa,
Émula de la llama
Que sale con el día,
Cómo naces tan llena de alegría,
Si sabes que la edad que te da el cielo
Es apenas un breve y veloz vuelo?

Y ni valdrán las puntas de tu rama,
Ni tu púrpura hermosa
A detener un punto
La ejecución del hado presurosa.

El mismo cerco alado,
Que estoy viendo riente,
Ya temo amortiguado,
Presto despojo de la llama ardiente.

Para las hojas de tu crespo seno
Te dio amor de sus alas blandas plumas,
Y oro de sus cabellos dio a tu frente.

¡Oh fiel imagen suya peregrina!
Bañóte en su color, sangre divina,
De la deidad que dieron las espumas.

¿Y esto, purpúrea flor, y esto no pudo
Hacer menos violento el rayo agudo?
Róbate en una hora,
Róbate licencioso su ardimiento
El color y el aliento:
Tiendes aún no las alas abrasadas,
Y ya vuelan al suelo desmayadas:
Tan cerca, tan unida
Está al morir tu vida,
Que dudo si en sus lágrimas la aurora
Mustia tu nacimiento o muerte llora.