LA NUBE Y LA FLOR - Pedro de Lachambeaudie


El fabulista francés Pedro de Lachambeaudie reprende aquí la dureza de corazón que nos hace insensibles a las necesidades de los demás.

Árido y seco es el llano;
El cielo ardiente y sin nubes:
Una sola que orgullosa
Sus áureos cambiantes luce,
Boga en los aires pausada,
Negligente como el buque
Que en el Océano perdido
Surca las ondas azules.
Sedienta, pálida y triste
Una tierna flor sucumbe:
Hacia los cielos procura
Elevar su frente dulce,
Y haciendo un esfuerzo, dice
De esta manera a la nube:
-¡Una gota de esa agua
Que tu vasto seno encubre.
Sobre mi cáliz descienda
Por piedad, hermosa nube!
Tiéneme Dios reservada
De esa lluvia que conduces
Algunas gotas: no impía
Y cruel me la rehúses.
¡Un poco de agua!... ¡Advierte
Que mi familia sucumbe,
Y que yo marchita muero
Porque la sed me consume!
Pero la nube altanera,
Despreciando la flor dulce.
Sus ya pálidos colores,
Sus delicados perfumes.
Se aleja, hallar evitando
Otra flor que la importune,
Y hasta su sombra negándole,
Tras de los montes se hunde.
Sobre el llano en mucho tiempo
Cruzar no se vio otra nube.
Secóse la flor hermosa
Del sol a la ardiente lumbre
-De Lázaro así reía
El rico odioso, más luce
De Dios la justicia haciendo
Que los papeles se muden,
Y la avaricia del malo
No queda por fin impune.