MÚSICA - Miguel de Unamuno


Miguel de Unamuno prefiere al adormecedor y vago lenguaje de la música, el luminoso y fuerte de la poesía, según dice en esta composición.

¿Música? ¡No! No así en el mar de bálsamo
 Me adormezcas el alma; No, no la quiero;
No cierres mis heridas -mis sentidos-
Al infinito abiertas, Sangrando anhelo.
Quiero la cruda luz, la que sacude
Los hijos del crepúsculo Mortales sueños;
Dame los fuertes; a la luz radiante
Del lleno medio día Soñar despierto.
¿Música? ¡No! No quiero los fantasmas
Flotantes e indecisos. Sin esqueleto;
Los que proyectan sombra y que mi mano
Sus huesos crujir haga, Son los que quiero.
Ese mar de sonidos me adormece
Con su cadencia de olas El pensamiento,
Y le quiero piafando aquí en su establo
Con las nerviosas alas. Pegaso preso,
La música me canta ¡sí! ¡si! me susurra
Y en ese sí perdido Mi rumbo pierdo;
Dame lo que al decirme ¡no! azuce
Mi voluntad volviéndome Todo mi esfuerzo.
La música es reposo y es olvido,
Todo en ella se funde Fuera del tiempo;
Toda finalidad se ahoga en ella,
La voluntad se duerme Falta de peso.