LA NOCHE - Manuel Gutiérrez Nájera


Esta original descripción e interpretación de la noche, se debe a Manuel Gutiérrez Nájera.

La noche no desciende de los cielos,
Es marea profunda y tenebrosa
Que sube de los astros: mirad cómo
Adueñase primero del abismo
Y se retuerce en sus verdosas aguas.
Sube, en seguida, a los tientes valles,
Y cuando ya domina la planicie,
El sol, convulso, brilla todavía
En la torre del alto campanario
Y en la copa del cedro, en la alquería
Y en la cresta del monte solitario.

Es náufraga la luz: terrible y lenta
Surge la sombra: amedrentada sube
La triste claridad a los tejados,
Al árbol, a los picos elevados,
A la montaña enhiesta y a la nube.
Y cuando, al fin, airosa la tiniebla
La arroja de sus límites postreros,
En pedazos, la luz el cielo puebla
De soles, de planetas y luceros.

Y con ella se van la paz amiga,
La dulce confianza, el noble brío
De quien alegre con vigor trabaja;
Y para consolarnos, mudo y frío,
Con sus alas de bronce el sueño baja.
Entonces todo tímido se oculta:
En el establo los pesados bueyes.
En el aprisco el balador ganado,
En la cuna pequeña la inocencia,
En su tranquilo hogar el hombre honrado,
Y el recuerdo impasible en la conciencia.

Mil temores informes y confusos
Del hombre y de los brutos se apoderan,
En la orilla del nido, vigilante,
El ave guarda el sueño de su cría
Y esconde la cabeza bajo el ala;
El noble perro con mirada grave
Interroga la sombra y ver procura:
Los caballos, piafando, se encabritan
Y con pavor o sobresalto evitan
Los altos montes y la selva oscura.

Si en la extensa llanada lo sorprende
Con su cortejo fúnebre la noche.
El potro joven a su hermano busca
Y en su lomo descansa la cabeza.
Todo tiende a juntarse en esta hora.
Todo en la vasta soledad se hermana,
Hasta que alegre la triunfal diana
En el áureo clarín toca la Aurora.


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