A GOYA - Rubén Darío


Poderoso visionario,
Raro ingenio temerario.
Por ti enciendo mi incensario.

Por ti, cuya gran paleta.
Caprichosa, brusca, inquieta,
Debe amar todo poeta;

Por tus lóbregas visiones,
Tus blancas irradiaciones.
Tus negros y bermellones;

Por tus colores dantescos,
Por tus majos pintorescos,
Y las glorias de tus frescos.

Porque entra en tu gran tesoro
El diestro que mata el toro,
La niña de rizos de oro.

Y con el bravo torero,
El infante, el caballero,
La mantilla y el pandero.

Tu loca mano dibuja
La silueta de la bruja
Que en la sombra se arrebuja,

Y aprende una abracadabra
Del diablo patas de cabra
Que hace una mueca macabra.

Musa soberbia y confusa,
Ángel, espectro, medusa,
Tal aparece tu musa.

Tu pincel asombra, hechiza,
Ya en sus claros electriza.
Ya en sus sombras sintoniza;

Con las manólas amables,
Los reyes, los miserables,
O los cristos lamentables.

En tu clarobscuro brilla
La luz muerta y amarilla
De la horrenda pesadilla,

O hace encender tu pincel
Los rojos labios de miel
O la sangre del clavel.

Tienen ojos asesinos
En sus semblantes divinos
Tus ángeles femeninos.

Tu caprichosa alegría
Mezclaba la luz del día
Con la noche obscura y fría;

Así es de ver y admirar
Tu misteriosa y sin par
Pintura crepuscular.

De lo que da testimonio:
Por tus frescos, San Antonio;
Por tus brujas, el demonio.