PENSAMIENTOS DE LA TARDE - León Larguier


Soñando con alcanzar una vejez gloriosa, León Larguier, poeta laureado de nuestros días (nacido en la Grand Combe (Francia) en 1878). describe los objetos que de ordinario se ofrecen a su contemplación desde la ventana de su casa, y en el interior de su gabinete de estudio. Larguier es de los que buscan y ensalzan la poesía de las cosas vulgares.

Sentado a la ventana, pensativo, en un noble
Sillón de mis abuelos, viejo sillón de roble.
Siento a la tempestad batir mi humilde casa;
Suben espesas nubes al horizonte, en masa;
De alguna tienda obscura sale rápidamente
Una vieja, y el rústico zapatero de enfrente,
Con quien, de chico, hablé tantas veces, airado
Sale a empujar la puerta que el viento le ha cerrado.
Está lloviendo. Estoy solo. Pienso en la vida...

Pasarán años... treinta: y en una parecida
Tarde lluviosa, en casa me veo, al cabo ellos,
Casi lo mismo, blancos del todo mis cabellos.
En casa quiero estar: veré por la vidriera,
De las húmedas parras cómo cae volandera
Una hoja, que, lenta, va a posarse en el banco;
Y vendía un leñador por el camino blanco,
Con su haz de leña a rastras, mojado por la herbaza,
Y la fuente veré, la solitaria plaza,

Y tal vez, como ahora, oiré el rumor que mueven
Algunos aldeanos que en la taberna beben
A la salud de la tabernera, calmosos,
Tocadas las cabezas con sombreros terrosos.
Presiento de aquel día la solemne hermosura,
Veo mi frente gris, mi negra vestidura,
Mis muebles, colocados como están, una espesa
Rama junto a los vidrios, mis cuartillas, mi mesa,
¡Y allá en el fondo obscuro, surgiendo deslumbrantes,
Mi orgullo y prez, mi santa labor de cada día,
Con sus títulos de oro graves de poesía,
Los libros de mis versos, todos, en los estantes!