ENTIERRO DE DOS VETERANOS - Walt Whitman


En un estilo peculiar, rebelde a las leyes del metro y de la rima, el poeta norteamericano Walt Whitman (1819-1892) describe la honda impresión que le causa el entierro de dos veteranos, padre e hijo, entre el toque de los clarines y el estruendo de tambores y timbales. Fue Whitman un lírico original, de poderosa intensidad expresiva, que huyendo de los cánones de la preceptiva clásica cultivó formas poéticas libres, en las que alcanzó notable perfección. Whitman cantó a la naturaleza y a las ciudades, pero el tema más gustado por él es el de la multitud y los seres que la integran, cuya psicología dominaba a la perfección, por lo que se le ha llamado "el poeta de la muchedumbre". Su primer libro, "Briznas y Hierba", publicado a los 36 años de edad, y que originó apasionadas controversias, destaca ya agudamente su fuerte personalidad de profundo pensador y su originalidad expresiva.

El último rayo del sol
De un domingo que termina, cae levemente
Aquí en el suelo, y allá lanza una mirada
Sobre una doble tumba recientemente cavada.
Ahora la luna sube,
La redonda luna de plata se levanta en Oriente,
Luna lívida, luna fantasma,
que brilla sobre los tejados,
Luna inmensa y silenciosa.
Veo una lúgubre procesión,
Oigo el sonido lanzado a plenas notas
por clarines que se aproximan,
Inunda las calles de la ciudad
Como una ola de voces y de lágrimas,
Oigo el redoble de los timbales
el rumor incansable de los tambores
cada golpe sobre los timbales
espasmódicos, Me hiere en lo más hondo.

Porque traen al hijo con el padre
(En el furioso asalto cayeron
los dos en las primeras filas
Y murieron a un tiempo los dos veteranos,
el padre y el hijo,
Y la doble tumba les aguarda).
Ahora se acerca el son de los clarines,
Y los timbales resuenan más espasmódicamente;
Y la luz ha desaparecido del suelo,
Y la sonora marcha fúnebre me envuelvo.

Flotando allá, al este del firmamento,
El vasto fantasma iluminado avanza
(Es el amplio rostro pálido de alguna
madre Que refleja el brillo del cielo).
¡Oh sonora marcha fúnebre, tú me confortas!
¡Oh luna inmensa, de faz argentada,
tú me envías un bálsamo consolador!
¡Oh soldados, oh veteranos
que pasáis llevados hacia la tumba!
Yo también os doy lo que tengo.

La luna os da su claridad.
Los clarines y tambores os dan su música,
Y mi corazón, oh soldados veteranos,
Mi corazón os da su amor.