EL JUEGO DE AJEDREZ - Teófilo Conrado Pfeffel


En las variadas piezas del ajedrez que, después de jugar su papel respectivo, van a parar, en total confusión, todas a la misma caja, encuentra el poeta alemán Teófilo Conrado Pfeffel (1736-1809), una imagen perfecta de la humanidad, cuando cumplido el papel que cada uno tiene asignado, la gran niveladora que es la muerte nos vuelve al barro primitivo.

Encuéntrase en un tablero
Puesta en orden la falange
De varias piezas: ocupan
Su lugar las dignidades.
A rey de palo y su esposa
Prestan defensa constante
Sus jinetes decididos
Y sus firmes baluartes.
Los batidores ejercen
Una misión importante.
Los paisanos o peones,
Ganado tranquilo, hállanse,
Mientras sus fuerzas no miden,
En calma, pero al ataque
Deben partir; sus cabezas
Deben al punto chocarse.
Entonces comienza el juego
A interesar en sus lances.
Fuerza y astucia dirigen
Las escenas del combate.
Aquí de su puesto arroja
Al vasallo el señor: hace
Allí con aquél lo mismo
El que es su igual por su clase.
El gran sultán, impasible
Y con aspecto arrogante,
A diestro y siniestro advierte,
Acertado o no en sus planes,
Que sucumben como víctimas
Del destino inexorable,
En reñida lid vencidos.
La mitad de sus parciales.
Después llega el que ordenó
Las piezas del juego, dándole
A cada cual los papeles
De distintos personajes.
Tómalos, y en negra caja
Echa pequeños y grandes
Por completo confundidos.
He aquí del mundo la imagen.