JESÚS NIÑO - Jacinto Verdaguer


A un arroyo de Judea
A lavar la Virgen iba,
De Jesús acompañada,
Sus pobres ropas sencillas.
Hierbecillas de los prados
Bajo sus pies florecían,
Y a su paso la palmera,
Por saludarles, se inclina.
Mientras tanto que Ella lava,
A un cerro Jesús subía,
Por ver florecer la tierra,
Ya que Mayo se avecina;
Y al ver sierras sin un árbol,
Sin siembras verdes campiñas,
Y el mundo sin fe, las lágrimas
Ruedan ¡ay! por sus mejillas.
Lavaba su Santa Madre
En el juncal de rodillas;
La ropa que era morena,
Blanca sus manos volvía;
Ampo de nieve parece
Cuando la extiende en la riba.
Por que en ellas se mirara,
Las aguas se detenían.
Por más que la Virgen lava,
En Jesús los ojos fija.
Al verle las nazarenas,
A Ella dicen sorprendidas:
-Eres, María, dichosa;
A tus blancos pechos crías
Ese palomo del Cielo,
Ese lirio que cautiva.
Él los espacios nublados
Torna claros si los mira,
Y la tierra en bello Mayo
Trueca, si en ella se fija.
Si así parece un profeta.
Ya mayor ¿qué no sería?
Mientras Él orando está
Juntas sus manos divinas,
Juegan doquier nuestros hijos
Con infantil alegría.-
Cuando desciende Jesús,
A su aprisco se encamina.
Así que le ven los niños,
A sus juegos le convidan.
-Enseñadme los juguetes,
Si es que os place, les decía.
-Son pajaritos de barro.
-Volar les haré en seguida.-
Da una palmada, y al punto,
Desplegando sus alitas,
Por aquellas mudas sierras
Y las incultas campiñas,
Van cantando esta canción
De triste dulzura: oídla:
-Bellos campos de Judea:
El sembrador que hoy arriba,
Del trigo, del que Él os siembre.
Habrá el hombre eterna vida.
Triste monte del Calvario:
A ti un árbol dará un día
Que cierre el abismo impuro
Y abra la gloria divina.