EL MISIONERO - Ricardo Gutiérrez


El ilustre poeta argentino Ricardo Gutiérrez (1836-1896) canta al sacerdote católico y exalta su hermosa labor de caridad y sacrificio, haciendo al mismo tiempo resaltar los grandes beneficios que le debe la civilización, especialmente en los países de la América Latina, en los cuales el Misionero fue de los más animosos y abnegados agentes difusores de la luz y del progreso.

Cuando el mundo pasado
La órbita del Olimpo recorría
En un cielo sin Dios, desamparado;
Cuando la ciencia idólatra mentía,
Y el arte corrompido blasfemaba,
Y en el estruendo de perpetua orgía
La miserable humanidad rodaba...
Abrió la Cruz sus descarnados brazos,
Con su gigante sombra cubrió el suelo,
Y el hombre en ella al estampar sus pasos
Sintiendo al Dios que el Universo encierra,
Alzó la frente al cielo
¡Y cayó de rodillas en la tierra!

¡Así la humanidad fue redimida,
Así el Cristo en la Cruz cambió su suerte;
Así desde el espanto de la muerte
A la inmortalidad alzó la vida!
Desde el polvo del hombre hasta Dios mismo
Sólo la Cruz alcanza:
¡Ella es la tabla en que salvó el abismo
Desde la tierra al cielo la esperanza!
Las creencias pasan, la razón vacila.
El ideal del arte se transforma;

La estirpe humana misma
Girando en el perpetuo torbellino
Donde la guía el resplandor divino.
Acercándose a Dios cambia de forma.
La ciencia balbuciente
Llama al dintel de la verdad en vano.
Sin encontrar siquiera
La ley que rige la materia inerte,
¡Y enciende el pensamiento soberano.
Que en la frente del hombre reverbera
Como diadema del linaje humano!

¿Qué ha sido de la espada,
Qué ha sido del poder y de la gloria
Con que la España deslumbró la historia
Al pisar en la América ignorada?
¡Lo que fue de la estela
Que en las olas del mar dejó el sendero
De la audaz carabela
Que guió de Colón la fe cristiana!
¡Sólo quedó la cruz del Misionero
Abrazando la tierra americana!

Con júbilo profundo
Lo ve la mente que la ciencia absorbe,
Lo escucha el alma en su esperanza tierna:
Todo pasa en el mundo,
Todo cambia en los ámbitos del orbe:
¡La Cruz sólo es eterna!

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Hombre mortal que brillas
En la aureola de Dios como una estrella,
¡Yo soy el Fraile que en tu burla humillas.
Yo levanto la Cruz... yo muero en ella!...
Yo soy su misionero.
Yo soy su combatiente solitario;
¡Todas las sendas sobre el mundo
entero Son para mi la senda del Calvario!

Soy el hijo proscrito
De la familia humana,
¡El hogar de la paz y la alegría
Se cierra para siempre al alma mía.
Que ata el lazo bendito
Que el padre al hijo ligará mañana!

En la cuna inocente
Donde tú ensayas tu primer respiro.
Pongo el sello de Dios sobre tu frente;
Y en el lecho doliente
Donde exhalas el último suspiro
De la vida precaria,
¡Yo aliento tu partida,
Te enseño el rumbo de la eterna vida
Y te levanto al cielo en mi plegaria!

Cuando tu pecho late
Bajo la noble cota del soldado,
Yo te sigo a la brecha del combate
Con la sandalia de mi pie llagado;
Y entre el humo y la sangre y la metralla
Que ocultan a los cielos tus despojos,
¡Te hago besar la Cruz en la batalla
Y te cierro los ojos!

Y yo también en la existencia triste
¡Soy soldado de Cristo sobre el mundo!...
Bajo la saya que mi cuerpo viste
Llevo el arma divina,
Llevo la Cruz sagrada
Que las tribus caribes ilumina:
¡La Cruz, más poderosa que la Espada!

La Cruz, que guarda en el hogar paterno
La fe sublime en que tu amor reposa;
La Cruz, donde repite el niño tierno
La oración de la madre y de la esposa;
¡La Cruz, que en el regazo
De la sagrada tierra
Que las cenizas de tu padre encierra,
Cubre tus hijos con su eterno abrazo!

Cuando las hordas bárbaras rugieron
Y a la sombra de Atila se lanzaron.
Y a la espantada Europa sorprendieron,
Y entre sus propias ruinas la abismaron.
El Fraile moribundo,
Hasta en las Catacumbas perseguido,
Salvó en las Catacumbas escondido
El progreso del mundo;
¡La ciencia, el arte, la verdad, la historia.
La civilización, que alza en su huella
El hombre hasta la gloria,
Al resurgir la Cruz renació en ella!

¿Qué fue un tiempo tu mansión paterna.
Qué fue el hogar donde tu amor sonríe,
Qué fue tu patria entera
Donde hoy sus pasos el progreso estampa?...
Antes de alzar mi cruz, ¿sabes lo que era?
¡El salvaje desierto de la Pampa!

¡Yo caigo en él! ¡Soy el primer cristiano
Que recibe del bárbaro la flecha,
Y abre en sus hordas la primera brecha
Al pensamiento humano!
¡Y sobre el rastro de la sangre mía
Con que el desierto indómito fecundo,
Tiende la libertad la férrea vía
Por donde cruza el porvenir del mundo!

¡Yo caigo en él! ¿Qué pierdo
En la vida de glorias rodeada
Cuando la muerte mi pupila cierra?...
¿Qué puede sollozar en mi recuerdo?
¡El pedazo de piedra
Que me sirvió de almohada,
Y el mendrugo de pan con que la tierra
Alimentó mi paso en mi jornada!
¡Sobre la huesa mía
En el mundo feliz, sólo un lamento
Viene a llorar sobre la noche umbría...
El gemido del viento!

Caigo bajo la Cruz con que combato
Por la gloria del hombre eternamente...
Y ahora, mundo ateo, mundo ingrato,
¡Escúpeme en la frente!


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