MÉXICO


El autor de este himno es el distinguido poeta mejicano Francisco González Bocanegra (1834-1861). y la música del maestro español Jaime Nunó.

Mejicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón,
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.

Ciña ¡oh patria! tus sienes de oliva
De la paz el arcángel divino,
Que en el cielo tu eterno destino
Por el dedo de Dios se escribió.

Mas si osare un extraño enemigo
Profanar con su planta tu suelo,
Piensa ¡oh patria querida! que el cielo
Un soldado en cada hijo te dio.

En sangrientos combates los viste,
Por tu amor palpitando sus senos,
Arrostrar la metralla serenos,
Y la muerte o la gloria buscar.

Si el recuerdo de antiguas hazañas
De tus hijos inflama la mente,
Los recuerdos del triunfo tu frente
Volverán inmortales a ornar.

Como al golpe del rayo la encina
Se derrumba hasta el hondo torrente,
La discordia vencida, impotente,
A los pies del arcángel cayó.

Ya no más de tus hijos la sangre
Se derrama en contienda de hermanos;
Sólo encuentra el acero en sus manos
Quien tu nombre sagrado insultó.

Del guerrero inmortal de Zempoala
Te defiende la espada terrible,
Y sostiene su brazo invencible
Tu sagrado pendón tricolor.

Él será del feliz mejicano.
En la paz y en la guerra el caudillo.
Porque él supo sus armas, de brillo
Circundar en los campos de honor.

¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
De la patria manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios pendones
En las olas de sangre empapad.

¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle.
Los cañones horrísonos truenen,
Y los ecos sonoros resuenen
Con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!

Antes, patria, que inermes tus hijos
Bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen,
Sobre sangre se estampe su pie.

Y sus templos, palacios y torres
Se derrumben con hórrido estruendo,
Y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes la patria aquí fué.

Si a la lid contra vuestra enemiga
Nos convoca la trompa guerrera,
De Iturbide la sacra bandera
¡Mejicanos! valientes seguid.

Y a los fieros bridones les sirvan
Las vencidas enseñas de alfombra;
Los laureles del triunfo den sombra
A la frente del bravo adalid.

Vuelve altivo a los patrios hogares
El guerrero a cantar su victoria,
Ostentando las palmas de gloria
Que supiera en la lid conquistar.

Tornaránse sus lauros sangrientos
En guirnaldas de mirtos y rosas,
Que el amor de las hijas y esposas
También sabe a los bravos premiar.

Y el que al golpe de ardiente metralla
De la patria en las aras sucumba,
Obtendrá en recompensa una tumba
Donde brille de gloria la luz,

Y de Iguala la enseña querida
A su espada sangrienta enlazada,
De laurel inmortal coronada
Formará de su fosa una cruz.

¡Patria! ¡patria! tus hijos te juran
Exhalar en tus aras su aliento
Si el clarín con su bélico acento
Los convoca a lidiar con valor.

¡Para ti las guirnaldas de oliva!
¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de honor!


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