Los ensayos de Stephenson fijan la atención pública


A Jorge Stephenson se debió el primer ferrocarril verdadero, el de Stockton a Darlington, ya citado, que funcionó en 1825, y en cuya explotación la empresa tuvo pingües ganancias, no sólo por el gran transporte de mercancías, sino también porque fue preciso admitir viajeros, cosa en que nadie había pensado.

Ante tan risueños resultados, consultaron los negociantes de Manchester a Stephenson sobre la posibilidad de tender una línea entre dicha ciudad y el puerto de Liverpool, en el que la materia prima, el algodón, se hallaba almacenada en grandes cantidades por la dificultad de los transportes, en tanto que las fábricas de Manchester, por carecer de ella, suspendían el trabajo. Respondió Stephenson que el proyecto era realizable, pero al solicitar la autorización del Parlamento aparecieron enemigos por todas partes; la prensa calificó de ilusos a los innovadores; las empresas de canales, los propietarios de terrenos, los mismos ingenieros, declararon ante una comisión que el tal proyecto era la idea más descabellada que cabía en cabeza humana.

Uno de los individuos de la comisión, preguntaba al inventor:

-Si vuestra máquina, recorriendo tres o cuatro leguas por hora, halla una vaca en su camino, ¿no causará el choque un accidente terrible?

-Sí, terrible para la vaca -fue la respuesta de Stephenson.