Napoleón comienza su victoriosa carrera en las armas

Aun cuando Bonaparte sólo contaba a la sazón veinticinco años de edad, hallábase convencido de que sus conocimientos del arte militar eran muy superiores a los de los generales de la época; sin embargo, vio tan pocas probabilidades de alcanzar un alto mando en el ejército francés, que pensó en emigrar a Turquía y ayudar al sultán a formar un poderoso ejército. Pero no tuvo necesidad de ello; pues, temeroso el Directorio de perder su poder, uno de sus miembros, llamado Barras, pensó que, si lograba poner de su lado al joven teniente de artillería, no tardaría en vencer todas las resistencias que pudieran presentársele.

Bonaparte consiguió de este modo el mando de las tropas y aniquiló la insurrección contra el Directorio, en París. Demostró en aquella ocasión tanta habilidad, que el gran ministro de la guerra, Carnot, vio al punto que, a pesar de su juventud, Bonaparte era capaz de desempeñar los mandos más importantes. El Directorio necesitaba un general de toda su confianza, capaz de sofocar cualquier otro movimiento subversivo; pero estuvo muy lejos de pensar que su propio general había de convertirse en su dueño. Y así, cuando los franceses pensaron en arrojar a los austríacos de sus posesiones de Italia, Bonaparte concibió un plan magnífico, y fue enviado a mandar el ejército de aquella península.

Antes de partir, Napoleón contrajo matrimonio con la hermosa Josefina de Beauharnais. Una semana después, partía para la guerra, y comenzó a ganar victoria tras victoria, asombrando al mundo entero con su maravillosa estrategia. Porque cuando Bonaparte tomaba el mando de sus tropas, los soldados sabían que conducidos por él eran capaces de lo imposible. No le es difícil a un hombre caminar en un día 37 kilómetros: pero presenta dificultades inmensas el hacer marchar, día tras día, a varios miles de hombres a esa velocidad.