Dos artistas de la prosa: Gabriel Miró y Ramón del Valle Inclán


Gabriel Miró, novelista alicantino, comenzó su carrera literaria a los veintiún años; al ganar un certamen con su novela corta Nómada entró al conocimiento del público. Escribió casi toda su obra en la soledad de su provincia: La novela de mi amigo.

Del huerto provinciano, Dentro del cercado y Libro de Sigüenza. De su lenguaje puede decirse que es el más colorido, el más plástico que se ha usado en lengua castellana, y su metáfora es clásica y moderna. En Figuras de la Pasión del Señor el estilo es impresionista de los mejores quilates. “La prosa en que está escrita, numerosa y rica, llena de jugo campesino y de sabio dejo a ranciedad, vale por verso”, dijo Unamuno. Miró murió en 1930, cuando sólo contaba 51 años de edad.

Ramón María del Valle Inclán, nacido en La Coruña, en el año 1869, es considerado el más singular y brillante de los prosistas españoles. Vivió muchos años en México; perdió el brazo izquierdo en un incidente con otro escritor. Se consagró con sus cuatro famosas Sonatas: de otoño, de estío, de primavera y de invierno. Fue un verdadero lírico de la prosa; gran parte de sus libros los dedicó a narrar las guerras carlistas, y otros a describir diferentes paisajes y costumbres de España bajo el nombre genérico de Ruedo ibérico. Quizá la obra más lograda del artista sea Tirano Banderas. Se lo considera caudillo de la revolución modernista en la prosa castellana. Su lenguaje, su fantasía y su personalísimo estilo hacen de su obra algo muy singular.