Los ingleses en Francia, y la historia de Juana de Arco


En el último capítulo de esta guerra se halla la romántica historia de los éxitos de Enrique V de Inglaterra, debidos a la desunión de Francia y a la locura de su rey. Enrique reconquistó gran parte de los territorios perdidos, pero, aunque él hubiese vivido, no habría podido conservar el trono que le había sido ofrecido por los nobles, sólo en un acceso de pasión contra el Delfín, legítimo heredero del reino de Francia.

En los turbulentos tiempos siguientes a la muerte de Enrique, cuando la suerte de Francia estaba en peor trance, a causa de la debilidad del Delfín, luego Carlos VII, se levantó la admirable figura de Juana de Arco, la cual, movida por unas voces sobrenaturales que en nombre de Dios la impulsaban a libertar su país, logró persuadir también a los otros; desde este momento, la sencilla joven campesina, transformada en capitana de rudos soldados, montada en caballo blanco, con blanco estandarte en su mano, supo comunicar en tal grado entusiasmo y valentía a las tropas, que, reanimado el valor de éstas, alcanzaron la serie de victorias que terminaron con la triunfal coronación del rey de Francia, en Reims, estando presente Juana con su estandarte. Día sombrío y vergonzoso fue aquél en que Juana murió quemada por los ingleses, como hechicera, en Ruán, después de haberles sido entregada por los franceses y sus aliados. Ella había salvado a Francia, y su rey no hizo nada para salvarla de sus crueles e implacables enemigos.