Emperadores y reyes procuran establecer el orden en Europa


Hemos visto cómo Francisco II de Austria abdicó el cetro de Carlomagno y la corona del Sacro Imperio Romano Germánico, que había durado mil años. Este imperio había conservado juntos de una manera vaga -cada día más vaga hacia el final-estos antiguos Estados de Alemania, y muchos más; y después del Congreso de Viena, vimos una federación de Estados alemanes, compuesta de muchos pequeños Estados y dos muy extensos y poderosos: el imperio de Austria y el reino de Prusia. Eran éstos muy celosos el uno del poderío del otro, y no tardó en verse que el arreglo no podía ser duradero, especialmente a causa de los tan importantes cambios que en todos los órdenes, pero principalmente en los sentimientos e ideas, se verificaban en toda Europa.

Los emperadores, reyes y príncipes se reunieron en Viena con el fin de restaurar las cosas como mejor fuera posible, en el estado en que estaban antes de que las guerras de Napoleón perturbaran a toda Europa; pero el pueblo no podía ya ser forzado a pagar los tributos en cuya fijación no tuviera parte, o a cumplir leyes en cuya elaboración no influyera, ni a pelear en guerras originadas por las querellas de sus príncipes.