La sangre ayuda al cuerpo a desembarazarse de lo que no necesita


El cloruro de sodio de la sangre es más importante de lo que nosotros creemos; de las otras sales apenas sabemos por qué son necesarias, aun cuando lo son ciertamente.

El resto de la parte fluida de la sangre es la más extraña mezcla de cosas maravillosas que se conoce. Poco tiempo hace aún que hemos empezado a comprender cuan admirable es. Cualquier partícula de alimentos que pueda sernos útil es arrastrada por la sangre; vale decir, que ésta contiene gran número de compuestos de todas clases, grasas, azúcar y, especialmente, la preciosa materia nutritiva que llamamos proteína:

Además, todas las sustancias que son producidas por la vida de los tejidos y que a su vez deben ser expulsadas, se depositan y quedan en la parte fluida de la sangre. No nos figuremos que el anhídrido carbónico es el único producto de la vida de los tejidos, aunque es, sin duda el más importante. Hay otros muchos, probablemente muy numerosos, de que nos debemos desprender por medio de los diferentes órganos que, además de los pulmones, existen para este objeto, especialmente los riñones y la piel, que desempeñan funciones importantes.

Y no es eso todo. Según hemos aprendido durante el presente siglo, la sangre contiene además de los leucocitos, varias sustancias fluidas, que son venenosas para los microbios. Ésta es una de las razones por las que, de ordinario, disfrutamos de buena salud, a pesar de que constantemente estamos respirando microbios, y de que en los alimentos los absorbemos a millones. Estas sustancias protectoras son producidas en parte por los leucocitos y en parte por los tejidos del cuerpo, y existen así en la sangre de los animales inferiores como en la nuestra. La sangre contiene, además, gran número de compuestos especiales, engendrados por el mismo cuerpo para uso propio. Las partes del cuerpo que producen sustancias químicas, se llaman glándulas. Muchas de ellas tienen unos tubitos a los cuales envían la sustancia que producen: por ejemplo, la saliva que nos viene a la boca cuando comemos. Pero otras muchas glándulas no tienen esta clase de tubos y existen únicamente para prestar auxilio a la sangre, en bien de todo el cuerpo; y así, al pasar por ellas, la sangre hace uso de su auxilio en la forma que le es más fácil- Hay también en la sangre, según sabemos, ciertas sustancias que obran simplemente de mensajeros entre una parte y otra del cuerpo y que la sangre arrastra para este objeto. En una palabra, quizá podemos afirmar que una simple gota de sangre es la cosa más maravillosa que existe y que no hay nada tan complicado en un espacio tan pequeño. Mas, aunque la sangre alimente el cerebro, de igual manera que las demás partes del cuerpo, de tal forma que éste dejaría de obrar en pocos segundos si no recibiese sangre nueva, el cerebro es realmente mucho más admirable, y una partícula que contenga las células nerviosas está mil veces más lejos de nuestra comprensión que la sangre misma, pues con estas células nerviosas pensamos, y esto es verdaderamente el misterio de los misterios.

Ahora debemos pasar al estudio del corazón y la manera como gobierna la sangre. Este gran descubrimiento se debe a un inglés, y nos place señalar que todos los conocimientos efectivos del funcionamiento del corazón datan de aquel tiempo. Descubrimiento es éste de los más grandes y que abre las puertas de los reinos de la naturaleza. Hay otros descubrimientos análogos a éste, y que descifran mil cosas antes ininteligibles, indicándonos el camino hacia ulteriores conocimientos y dándonos los medios de posesionarnos de ellos. El descubrimiento de las células vivas, el de la gravitación, del movimiento de la Tierra alrededor del Sol, y de la circulación de la sangre pertenecen todos a la categoría que forma una colección de poderosas claves del plan de la naturaleza, y aun cuando posteriormente sigamos aprendiendo nuevas cosas acerca del cuerpo y la vida en general, deberemos recordar que aunque veamos más lejos que Guillermo Harvey, de quien hablaremos en el próximo capítulo, partimos de un fundamento por él sabiamente cimentado.