Trayecto recorrido por el sonido desde el mundoe xterior hasta el cerebro


Acabamos de recorrer el trayecto que sigue el sonido desde el mundo exterior hasta los extremos del nervio acústico. Hemos visto que, durante este recorrido, sigue a veces por canales llenos de aire, otras veces el medio transmisor está constituido por huesecillos, siguiendo después un conducto lleno de liquido, para llegar, por fin, por medio de las pestañas vibrátiles, de que hemos hablado, a las células dispuestas especialmente para recibirlas. Plantéase aquí una cuestión que no todos entienden y, como es aplicable por igual a todos los sentidos, debemos conocerla perfectamente. Puede creerse, sin duda, que habiendo llegado el sonido hasta las terminaciones (o mejor orígenes) del nervio acústico, no tiene ya más que llegar directamente al cerebro. Nada de esto ocurre, sin embargo, pues el sonido que ha llegado hasta las células ciliadas (las células con pestañas vibrátiles) del oído interno, no pasa a los filetes nerviosos de la audición, sino que provoca en ellos una corriente nerviosa que se trasmite al cerebro. Esta corriente nerviosa no es ya una onda sonora sino algo completamente distinto. Pero esta corriente, y solamente ella, es la que excita las células auditivas del cerebro y que nos permite decir que oímos.

Si con ayuda de un microscopio de gran potencia observamos el nervio de la audición, vemos que en nada se diferencia de otro nervio cualquiera. Pero decir tan sólo que es capaz de conducir una corriente nerviosa, que nosotros traducimos en sonido, no es dar cuenta de la mitad del misterio, porque hay que considerar la infinita variedad de los sonidos que podemos oír y distinguir.