El período más terrible de la vida del lobo gris


En el verano de 1898 Colmillo Blanco llegó a Fuerte Yukón, sobre el Círculo Polar Ártico, y vio, por primera vez en su vida, a los hombres blancos. Allí el Hermoso Smith, hombre flojo, débil, llorón y cobarde, de alma tan retorcida como su deforme cuerpo, lo vio pelear en muchas ocasiones y tanto apreció su coraje, su astucia y su fiereza que resolvió hacerse dueño de él a cualquier precio. Castor Gris se negó rotundamente a venderlo, pues Colmillo Blanco era un animal valioso, el perro de tiro más fuerte que había tenido nunca y el mejor guía. Pero el Hermoso Smith sabía tratar con los indios y Castor Gris era un indio. Despertó en él el vicio de la bebida, y el alcohol hizo lo demás. A los pocos días el hermoso lobo gris pasaba a poder del blanco a cambio de unas botellas de whisky, y comenzó para él el periodo más terrible de su vida. Encadenado dentro de una jaula debió soportar los más duros castigos y las mayores vejaciones por parte de Smith y los rudos mineros de Fuerte Yukón. De esta manera el Hermoso lo convirtió en una fiera temible, apta para desempeñar la parte que le tenía asignada en el diabólico plan que había meditado para hacer rápida y fácil fortuna a costa del lobo gris. Consistía éste en hacerlo pelear con diversos perros cruzando apuestas por dinero. Con ello consiguió el Hermoso Smith ganar grandes sumas de dinero, pues no había perro que pudiera enfrentar, victoriosamente, a Colmillo Blanco, y él lo sabía. Así, el lobo gris se vio obligado a luchar con dos y tres perros a la vez, con mastines, lobos salvajes y linces, en las más variadas condiciones, y aunque siempre logró vencer, no pocas veces se vio en graves apuros. El verdadero peligro se presentó para él cuando en Klondike, donde lo había llevado Smith, debió enfrentar al perro de Tim Keenan, el primer bulldog que pisó aquellas tierras. Fue una pelea memorable, larga y sangrienta, y Colmillo Blanco hubiera terminado sus días entre las mandíbulas del bulldog de no mediar la intervención de Weedon Scott, quien lo sacó casi muerto de entre ellas, obligó a Smith a que se lo vendiera y se lo llevó con él.