TRANSFORMACIONES DE LA CORTEZA TERRESTRE Y SUS PRIMEROS HABITANTES


Los geólogos calculan que hubo cinco épocas de grandes plegamientos, durante los cuales se formaron las cadenas de montañas Como veremos más adelante, esos períodos se caracterizaron por la aparición de gigantescos glaciares. Sin embargo, las montañas que hoy vemos en la superficie de nuestro planeta son de las más recientes. ¿Qué pasó, pues, con las cadenas montañosas que se alzaron hace muchos millones de años? Se llegó a creer que otras revoluciones las habían hecho desaparecer. Sin embargo, no ocurrió así. La causante de la desaparición de las antiguas montañas no es otra que la lluvia, que en forma poco espectacular pero sostenida produce a través del tiempo una intensa erosión. Es muy común observar cómo la acción de la lluvia provoca el desprendimiento y arrastre de tierra. Generalmente suele despreciarse este efecto del agua. Sin embargo, los geólogos afirman que en épocas pasadas han existido cordilleras tan grandes como la de los Andes, con picos tanto o más altos que el Everest (el pico más alto del mundo), y que tales gigantes han sido barridos de la superficie terrestre por la aparentemente simple acción del agua. Si a su acción agregamos la del viento, que arrastra también lo que les roba a los macizos montañosos, quizá no nos asombremos de que ambos elementos, en acción sostenida durante 200 ó 300 mil años, terminen por pulir por completo las escabrosidades de las montañas, transformando todo el relieve terrestre en una inmensa llanura. Hay todavía una afirmación más sorprendente: en la mayor parte de su historia, la superficie terrestre ha sido llana; sólo en períodos excepcionales (¡como el nuestro!) hubo montañas. Cuando las montañas que nosotros conocemos, que son las últimas que se formaron, sean totalmente erosionadas por el viento y el agua, la superficie terrestre volverá a ser una inmensa llanura. Esto es un ejemplo del tremendo poder de los elementos, que ejercen una acción aparentemente débil, pero continuada.