Por qué los cometas se ven de tiempo en tiempo


En la antigüedad se consideraba a los cometas como una especie de astros fatídicos, que anunciaban grandes penurias para la humanidad. No se sabía, en ese entonces, que eran astros periódicos que giraban en torno del Sol, como lo hacen los planetas. La diferencia estriba en que un planeta recorre una órbita casi circular, por lo cual no se acerca ni se aleja mucho del Sol: mantiene una distancia prácticamente constante; los cometas, en cambio, describen órbitas elípticas muy alargadas, de modo que la distancia al Sol cambia muchísimo. Y así resulta que sólo son visibles en un breve trayecto de su recorrido, cuando están próximos a la Tierra.

Los astrónomos, que se ayudan con poderosos telescopios, pueden ver a los cometas a ojo descubierto, y también mucho después de su desaparición para los observadores comunes.

Lo más característico de los cometas es su cabellera, que se forma alrededor de la cabeza, a modo de halo, ya que el núcleo y la cola pueden faltar, pero la cabellera es esencial. La cola puede ser simple o múltiple, y en algunos casos se presenta en forma de amplio abanico. Esta cola inmensa es visible a simple vista cuando se halla en las proximidades del Sol. En efecto, si se observa un cometa con el telescopio, mientras está lejos del Sol, se presenta como una masa luminosa aureolada por la cabellera, sin rastro de cola: ésta se desarrolla a medida que el cometa se acerca al gran globo solar, y, sin lugar a dudas, se forma por los gases que la parte central del cometa desprende ante el intenso calor a que está sometido en esa etapa de su trayectoria. Cuando el cometa, después de rodear al Sol, se aleja de nuevo, su cola paulatinamente desaparece. Debido a la alargada órbita que describen los cometas, aun los mejores telescopios son incapaces de revelarlos más allá de la zona de aproximación al Sol.

Cuanto más alargada es la órbita de un cometa, tanto más tiempo emplea en recorrerla. Pero si la órbita es cerrada, el cometa debe reaparecer a intervalos regulares de tiempo. Puede darse el caso, sin embargo, de cometas que no describen órbitas cerradas; en este caso vienen de las profundidades del espacio hasta las proximidades del Sol, para desaparecer de nuevo por otra región del cielo, sin posibilidades de retorno. Tales cuerpos no pertenecen al sistema planetario; se incorporan a él en forma transitoria y circunstancial. Pero, de cualquier manera, resulta a veces muy difícil establecer si un cometa no reaparecerá más o volverá en un tiempo muy lejano, debido al largo camino que debe recorrer. Debemos recordar, de acuerdo con las leyes de Kepler, que cualquier astro gira tanto más rápidamente en torno del Sol, cuanto más cerca está de él. Esta ley nos explica por qué los cometas pasan muy velozmente por las proximidades del Sol, y van aminorando su marcha a medida que se alejan del centro de atracción.