Lo que vio Galileo cuando observó por primera vez el Sol con su primitivo telescopio


Hemos narrado ya que Galileo fue el primer hombre que observó el cielo con un telescopio. Si bien su instrumento era muy primitivo, le bastó para hacer descubrimientos trascendentales. Descubrió los satélites de Júpiter, las fases de Venus y los anillos de Saturno, aunque, debido a la imperfección de su anteojo, no reconoció la verdadera forma de estas últimas estructuras celestes.

En el año 1611 descubrió Galileo, con la ayuda de su telescopio, que en el Sol había unas manchas oscuras que se movían de una parte a otra de la superficie del astro, de un día para otro. Este descubrimiento, de gran importancia e interés, fue de muy malas consecuencias para Galileo. En las obras del gran pensador griego Aristóteles no se encontraba referencia alguna acerca de las manchas del Sol, de manera que los eruditos de ese tiempo, que aceptaban como ciertas solamente las enseñanzas de Aristóteles, consideraron que era un error de la vista de Galileo, o de su instrumento, la visión de las manchas solares y ni siquiera aceptaron observarlas por el anteojo, como les proponía su descubridor. Más aun, se consideró que el atribuir manchas al Sol consistía en un verdadero escarnio al astro, interpretándose en el sentido de que éste no era perfecto. Sin embargo, desde los tiempos de Galileo, hemos aprendido a considerar tales manchas como una de las cosas más interesantes que hay en el Sol.