Cellini alterna sus trabajos artísticos con duelos y aventuras


La personalidad de Benvenuto Cellini es la rara combinación de un alma aventurera con un espíritu de trabajo sin igual, en constante esfuerzo de superación. Gracias a ello, los personajes a quienes sirvió le perdonaron muchas veces su extraña conducta y atrevida insolencia, en circunstancias en que tal vez a otro le hubiera costado la vida.

Su peregrinaje por ciudades y países lo llevó a París, donde el rey de Francia, Francisco I, lo invitó a permanecer en la corte trabajando en algunos objetos para su uso personal; fue en tales circunstancias cuando Cellini regaló al soberano un artístico salero de oro y esmalte, que se hizo famoso por la belleza de sus motivos decorativos. Actualmente se encuentra en el Petit-Palais.

La fama y el prestigio artístico de Cellini alcanzaron su apogeo en la corte francesa; sin embargo pronto tuvo que abandonar París debido a las heridas que ocasionó a un noble con quien se había batido en duelo. Cellini fue, en efecto, uno de los mejores espadachines de su época. Hechos como éste jalonan su larga vida con altibajos que recayeron sobre su labor artística, pues en diversas oportunidades estuvo preso; sin embargo, poco duraba en la prisión, porque alguien pagaba la fianza para que recuperara la libertad, o porque se fugaba por sus propios medios o con la ayuda de los muchos admiradores de sus aventuras.

Cellini fue también, al mismo tiempo, un excelente soldado: participó en varias de las tantas luchas que por entonces sostuvieron los Estados italianos con Francia y otros países. En 1527 figuraba entre los defensores de Roma durante el asedio de las tropas francesas. Se dice que él disparó el cañón que mató al Condestable de Francia e hirió al Príncipe de Orange.