Honras póstumas dedicadas por la patria a sus héroes


El pueblo mexicano nunca había dejado de rendir homenaje en su recuerdo a los Niños Héroes del Castillo de Chapultepec que sellaron con sus vidas una jornada histórica en los anales de la patria. Pero a la acendrada veneración le faltaba el lugar concreto donde poder acudir en peregrinación periódica mientras los restos de los héroes no fueran localizados. Resignarse a darlos por perdidos habría podido parecer una ingratitud. Según narraciones de ex-alumnos del Colegio Militar, algunos de ellos sobrevivientes de la gloriosa jornada, los cadáveres de los seis cadetes habían sido enterrados en el bosque de Chapultepec. La tradición afirmaba, con toda precisión: “Los cadetes héroes están allá en la zanja, al sur de los ahuehuetes de Miramón...”

Cien años después de la inmortal hazaña, en 1947, tras algunos días de laboriosas excavaciones, en un lugar situado a “cincuenta metros al noroeste, ladera arriba del cerro, del lugar primitivo”, según parte rendido por el subteniente de la fajina de zapadores encargada de las excavaciones, se hallaron los esqueletos de los seis heroicos niños, que fueron conducidos al Colegio Militar con los debidos honores y, posteriormente, depositados en urnas de cristal.

Al pie de la loma en cuya cumbre se asienta el Castillo de Chapultepec, se yerguen ahora las seis columnas que forman el monumento levantado para perpetuar la memoria de aquellos que, según el poeta Amado Nervo

¡Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor!

México puede enorgullecerse, a justo título, de adornar su historia con esta gloriosa página que trasunta el verdadero hecho heroico, ya que fue escrita por un grupo de niños a quienes un sentimiento inmaculado, libre de toda ambición, llevó a ofrecer sus vidas a la patria.


Pagina anterior: Seis alumnos caen heroicamente en la lucha
Pagina siguiente: IMA-SUMAC