Zapatero, a tus zapatos


Apeles, el más ilustre de los pintores de la antigua Grecia, era muy modesto; aceptaba cualquier observación destinada a mejorar sus obras, y, lejos de ofenderse por las críticas, solía provocarlas. A veces exponía públicamente sus obras, ocultándose detrás de los lienzos para oír los juicios que merecían. Un día que un zapatero criticó las sandalias de uno de los personajes pintados por él, no titubeó en corregir el defecto. Al día siguiente quiso el zapatero encontrar nuevos defectos, y se atrevió a criticar otras partes del mismo cuadro. Salió entonces el artista de su escondite y le dijo: “Zapatero, a tus zapatos”, dejándolo en ridículo. Esto quiere decir que no conviene juzgar lo que se ignora, y hoy se aplica a quienes hablan de cosas que no entienden.


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