Las olas de Páctolo


En cierta ocasión. Midas, fabuloso monarca de Frigia, hospedó en su palacio a Dionisio, agasajándolo con la mayor esplendidez. Agradecido, el dios le instó a que pidiera aquello que más fuese de su agrado. Midas le indicó su deseo de que se convirtiera en oro cuanto él tocase, merced que aquél se apresuró a otorgar sonriendo.

Poco tiempo bastó para que se arrepintiese el rey de su necia codicia, porque hasta los alimentos se transformaban en metal al contacto de sus manos. Rogó entonces a Dionisio que le retirara el don y el dios accedió, mandándolo bañarse en el río Pactólo, en el reino de Lidia.

Al entrar en el agua el monarca, las primeras olas se convirtieron en oro y otro tanto aconteció con las arenas holladas por los regios pies.

“Las olas de Pactólo” representan riqueza imprevista o fácilmente alcanzada. El castigo de Prometeo. Prometeo, el cauto hijo de Lapeto y Climene, robó el fuego sagrado del Olimpo, y Zeus trató de vengarse por intermedio de Pandora, sin conseguir su objeto. Irritado, el dios sujetó de improviso al titán, con férreas cadenas, a la cúspide del monte Cáucaso y lo condenó a que un enorme buitre devorara incesantemente sus entrañas, que de continuo debían renovarse a fin de que el suplicio no tuviese término.


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