El buen hijo que llegó a emperador


Ya-Shun era un hijo muy respetuoso con sus padres, a pesar de que éstos no se cuidaban mucho de él.

Un día su padre lo echó a un pozo, y sus hermanos comenzaron a arrojarle piedras; pero él consiguió salir de tan molesta situación.

Ocultóse en una cuadra, a la que los hermanos pegaron fuego, pero también pudo escapar milagrosamente.

A pesar de tan malos tratos, Ya-Shun atendía incesantemente a todos los menesteres de la finca, ya pescando en el río, ya talando árboles en el bosque, o bien ocupándose en las faenas necesarias para tener bien provista la casa.

La noticia de su bondad y de su amor filial llegó a oídos del emperador Yaon, quien lo eligió para esposo de su hija. Más tarde fallecía el emperador, y el trono pasaba a poder de su yerno Ya-Shun.


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