La idea de Newton: torrente de partículas infinitesimales


Newton fue el primero que formuló una hipótesis científica de cómo estaría formada la luz. Supuso que estaba compuesta por corpúsculos pequeñísimos que se desplazaban a gran velocidad. De esta manera pudo explicar por qué la luz se propaga en línea recta. Asimismo, la ley de la reflexión de la luz -el ángulo en que se refleja un rayo luminoso es igual al ángulo en que incide-, era explicada muy fácilmente recordando lo que ocurre cuando una bola de billar choca contra una banda: se refleja, según un ángulo que es igual al de incidencia. Si la luz estaba formada por corpúsculos pequeñísimos, éstos debían comportarse como las minúsculas bolas en el juego de billar.

Newton consiguió explicar no sólo estos dos importantes fenómenos, sino otros muchos, tales como la refracción de la luz y la separación de los colores cuando un rayo solar atraviesa un prisma de vidrio. Otra consecuencia importante de dicha hipótesis es que la luz debe propagarse con velocidad no infinita, pues es imposible creer en corpúsculos que se desplacen con velocidad infinita. De esta manera, Newton se adhirió a la opinión de Galileo, quien había afirmado años antes que la luz se propagaba con una determinada velocidad, contra la opinión común en los sabios de su tiempo, que afirmaban que lo hacían con infinita rapidez.