Las maravillas del aire líquido, que puede verterse como el agua


El aire líquido es mucho más frío qué el hielo, y su aspecto es el del agua. Como ésta, puede guardarse en botellas y verterse en cualquier recipiente. Algunas gotas que nos salpicasen las manos no nos causarían daño, pero no podemos sumergir en él los dedos, y el acto de beberlo tendría consecuencias horrorosas.

El empleo del aire líquido es uno de los procedimientos más cómodos para obtener temperaturas bajas, es decir para enfriar las cosas, y es actualmente muy común en los laboratorios de química. Además, se ha inventado últimamente un aparato mediante el cual los que bajan a las minas para salvar a las víctimas de una explosión, pueden llevar cierta cantidad de aire líquido que, al evaporarse, les permite respirar. Se ha dicho también que el aire líquido podría utilizarse, cuando resulte más barato, para ventilar las habitaciones; sería una clase de ventilación muy fría, pero, sin duda, inmejorable, con tal de que el precio fuese bastante reducido. Por supuesto el aire líquido está siempre más frío que los objetos que lo rodean, lo cual significa que aquella clase de movimiento llamado calor penetra constantemente en él desde la parte de afuera; y a medida que esto sucede, el líquido se va evaporando y se convierte de nuevo en aire gaseoso ordinario.