El diamante y el carbón son dos formas diferentes de un mismo elemento


Hay elementos que poseen varios modos de agrupación, lo que permite que se formen sustancias en apariencia completamente distintas con propiedades físicas opuestas, aunque las químicas sean idénticas. Si construimos una pared colocando los ladrillos de canto, evidentemente será mucho menos resistente que si la construimos con los ladrillos de plano. Cuando los elementos químicos se unen distribuyendo sus valencias en forma simétrica en el espacio, dan origen a la formación de sustancias de gran dureza.

El diamante y el grafito son dos formas de un mismo elemento: el carbono; y, sin embargo, ¡qué diferencia entre ellos! En el diamante cada átomo de carbono ocupa el centro de un tetraedro en cuyos cuatro vértices se hallan los átomos vecinos que se unen con él. Hay, pues, aquí una distribución simétrica en todas las direcciones del espacio, y, efectivamente, el diamante es sumamente duro. En el grafito, en cambio, los átomos de carbono están ubicados en los vértices de un hexágono, formando algo así como la celdilla de un panal de abejas. En esta distribución las valencias o uniones no están simétricamente orientadas, pues de las cuatro que posee el carbono, tres se hallan en un plano. Esto es lo que hace que el grafito, al cristalizar adopte la forma de láminas. De ahí también que sea frágil. En el lenguaje químico se dice que el diamante y el grafito son dos formas alotrópicas del carbono, o sea, variedades puras del elemento. También pueden existir formas impuras donde el elemento aparece mezclado con otros, como efectivamente ocurre -por ejemplo-en el carbón, la hulla, etcétera.

Los hombres de ciencia han estudiado la forma de mutar un estado alotrópico en otro; en muchos casos es posible realizarlo fácilmente, en otros en cambio la tarea no es tan sencilla. Así, en el caso del grafito, han sido muchos los esfuerzos realizados con el objeto de transformarlo en diamante, pero los resultados no han sido efectivos. En cambio, es relativamente sencillo transformar el diamante en grafito; basta para ello calentarlo a una temperatura de 1.800 grados centígrados. Si quisiéramos transformar grafito en diamante, tendríamos que bajar a una temperatura de 273 grados bajo cero y mantener una presión de 13.000 atmósferas. Pero el hombre no cede ante los misterios de la Naturaleza; prosigue las investigaciones. Cada descubrimiento abre nuevas posibilidades de progreso.