Las ondas sonoras y la propagación del sonido


Al igual que en los ejemplos anteriores, una campana que vibra en el aire transmite sus oscilaciones a las partículas de aire vecinas, las cuales, sin trasladarse, es decir, sin producir viento, provocan a su vez las oscilaciones de otras partículas de aire, y de este modo se propaga la perturbación, o sea, la vibración de la campana, hasta puntos alejados de ella, en forma de ondas sonoras; son ondas porque, como vemos, la perturbación se propaga sin que se trasladen las partículas del medio, en este caso el aire. Estas ondas sonoras son longitudinales, y esto es importante porque podremos así diferenciarlas de otras ondas de distinto sentido vibratorio.

Por otra parte, y esto es también muy importante, el sonido necesita para transmitirse un medio elástico -para que cada partícula del mismo pueda oscilar-, sea éste sólido, líquido o gaseoso. Pero si el sonido necesita de un medio elástico para propagarse, ello significa simplemente que en el vacío las ondas sonoras no se propagan. Esta afirmación puede comprobarse por la siguiente experiencia: puesto un timbre eléctrico o un despertador debajo de una campana, al nacerlo funcionar produce un sonido que se transmite a través del aire que hay dentro de la campana, atraviesa el sólido -vidrio de la campana- y llega al oído al pasar al aire exterior. Si se realiza el vacío en el interior de la campana puede observarse el movimiento del martillo, pero el sonido se va apagando hasta anularse cuando el vacío es grande. Las vibraciones producidas por el timbre, en este último caso, no pueden transmitirse al exterior porque no tienen ningún medio, ningún vehículo para hacerlo al desaparecer el aire.

Es bien sabido que los líquidos transmiten el sonido; un nadador puede oír debajo del agua el golpe de dos piedras, así como el ruido de la hélice de un bote a motor, o bien la conversación de dos personas. En cuanto a los sólidos, el ejemplo anterior de la campana lo demuestra perfectamente; además, aplicando el oído sobre las vías del ferrocarril, puede escucharse la marcha de un tren distante. El oído aplicado al suelo percibe el galope del jinete que aún no se alcanza a divisar.