De dónde proviene el nombre musical que se ha dado a la sirena


El instrumento más apropiado para estudiar la altura de los sonidos musicales se llama sirena. La sirena se compone simplemente de un tubo por el cual se sopla aire y cuya boca está cerrada por un disco metálico, giratorio, con agujeros, de modo que sólo puede pasar el aire cuando uno de los agujeros está frente al tubo. Sabiendo cuántos agujeros en cada segundo permiten el pasaje de aire del tubo, podremos calcular el número de vibraciones que corresponden al sonido percibido.

Si empezamos muy despacio, puede que, por ejemplo, no pasen en un segundo por delante de la boca del tubo más que diez agujeros, lo cual representa sencillamente diez soplos u ondeadas por segundo. Bien es verdad que oiremos cada uno de estos soplos separadamente, porque producen ciertas vibraciones en los objetos cercanos, y algunas de esas vibraciones corresponden a sonidos perceptibles para nuestro oído.

Todos sabemos que ciertos sonidos no podemos oírlos, en determinadas ocasiones, debido a que tienen muy poca intensidad; esto es natural. Pero, sin embargo, hay sonidos que aunque sean muy intensos tampoco podemos oírlos. ¿Por qué sucede ésto? Pues por la sencilla razón de que nuestros oídos oyen únicamente los sonidos cuyas longitudes de onda están comprendidas entre un centímetro y veinte metros. De modo que aquéllos que tengan longitudes mayores de veinte metros o menores de un centímetro, no podremos oírlos. Pero he aquí que ciertos animales son capaces de oír sonidos de alta frecuencia, o sea de muy corta longitud de onda, y como ejemplo podemos citar los murciélagos y el perro. Con respecto a este último, es sumamente interesante el hecho de que se hayan construido silbatos que dan sonidos de muy alta frecuencia, los cuales no son oídos por el hombre, pero sí por el perro, que acude solícito cuando se lo llama por medio del mencionado instrumento.