Las centrales hidroeléctricas: verdaderas hazañas de la técnica


Las centrales hidroeléctricas utilizan la caída de las aguas como fuente proveedora de energía cinética. En efecto, en esta forma se aprovechan tanto los saltos naturales de los ríos como los producidos por el hombre, mediante embalses o diques.

Si queremos saber de qué manera se explotan estos saltos, tenemos que comenzar por preguntarnos qué es una turbina hidráulica. Y bien: así como las corrientes de aire son capaces de actuar sobre las aspas de un molino y hacerlas rotar, del mismo modo las corrientes de agua pueden aprovecharse para hacer girar grandes ruedas. Para este fin se utilizan las turbinas hidráulicas, las cuales consisten en una gran cañería, que tiene la forma de un caracol, en cuyo centro se halla una rueda con paletas.

Sobre éstas actúa la presión del agua, y para que la corriente de líquido no actúe al azar o caprichosamente, se la conduce o dirige a través de dicha cañería. En esta forma la energía del agua es aprovechada al máximo. La rotación producida en la rueda de la turbina actúa entonces sobre las armaduras de los generadores, y es evidente que éste será uno de los medios más económicos de producir energía eléctrica; el inconveniente radica en que no siempre se puede disponer de estos saltos en zonas próximas a las ciudades o a las grandes industrias, en las que es tan necesaria.

Otro medio, mucho más moderno, utilizado para mover las armaduras de los generadores, es el aprovechamiento de la energía nuclear. Para este fin se utilizan las pilas atómicas, que en los procesos de desintegración desarrollan gran cantidad de calor utilizable en la producción de vapor de agua. Éste actúa sobre turbinas de vapor, las cuales a su vez nos suministran la energía cinética necesaria para mover las armaduras de los generadores de electricidad.

Varios países poseen ya en funcionamiento pilas atómicas, y entre ellos se destacan muy especialmente Estados Unidos de América, Rusia, Gran Bretaña y Francia.