El arte catacumbario fue apenas un arte de aprendizaje


No obstante la oscuridad y la atmósfera pesada que se respira en las catacumbas, cámaras, galerías y lápidas fueron artísticamente decoradas por los artistas cristianos.

A esta altura cábenos preguntar: ¿favoreció el cristianismo el desarrollo de las artes figuradas? El judaismo, de donde surgió, y el islamismo, que tuvo su misma cuna, fueron hostiles a la representación de la figura humana. El arte cristiano primitivo tuvo también en sus orígenes la misma repugnancia por las imágenes, íntimamente ligadas al paganismo.

El arte catacumbario fue apenas un arte de aprendizaje que condujo insensiblemente a la importante obra realizada por artistas cristianos después de su reconocimiento oficial por el Imperio. Originariamente fue un arte ingenuo y simbólico que se opuso a la concepción antropomórfica, realista o idealista de los paganos.

Los cristianos primitivos recurrieron a símbolos para expresar la divinidad, tales como la paloma, el pez, el cordero, la vid, el navío, el faro y el ancla; a ellos se unieron después sólo las imágenes del Buen Pastor y de Cristo. La representación gráfica de Jesús varió con el tiempo, pues al principio se lo interpretó como un joven imberbe de cabellos rizados y luego como un hombre adulto de espesa barba, imagen que ha llegado hasta nosotros.

Desde el punto de vista pictórico, la pintura cristiana de los primeros siglos, además de ser simbólica, revistió carácter didáctico, pues tuvo por objeto difundir y divulgar los signos propios de la nueva religión entre los neófitos de todas partes y que los fieles los conocieran y veneraran. El enfoque simple y directo de esta pintura fue al mismo tiempo una reacción contra el sentido ampuloso y decorativo de la pintura pagana.

Las pinturas catacumbarias, especiamente las de San Calixto, Flavia Domitila y Santa Priscila, están ejecutadas al fresco o grabadas con un punzón sobre una delgada capa de estuco que cubre la pared.