La arquitectura de los íberos y el encanto de su escultura


Poco es lo que perdura de ella. El templo del Cerro de los Santos, del que apenas quedan los cimientos, es de inspiración clásica y sencilla Otros restos arquitectónicos que han llegado hasta nuestros días están representados por fragmentos aislados de columnas, frisos y piedras labradas. Dentro de las construcciones funerarias, la más importante es la de Tútugi, en Granada, que pertenece a la de tipo de sepulcro tumular, con una cámara funeraria circular excavada bajo tierra, cuyo techo sostiene un grueso pilar central.

Los íberos tuvieron ciudades amuralladas del tipo ciclópeo, esto es, construidas con grandes bloques de piedra toscamente trabajada, con una puerta de acceso, bien defendida, que comunicaba con el interior. Un profundo foso, alrededor de la muralla, defendía la ciudad de los posibles ataques externos.

Las expresiones más hermosas y perfectas del arte ibérico están representadas por la escultura y la cerámica. La estatuaria, seria, solemne y misteriosa, denota influencias orientales y griegas arcaicas. La majestuosidad e imponencia de su porte sólo admite comparación con la de los egipcios. Se han encontrado estatuas de piedra y bronce, así como también interesantes relieves, en los que aparecen hombres y mujeres tocando instrumentos musicales o bien llevando armas. Menos valiosas son las cabezas masculinas, toscamente esculpidas, que fueron halladas en el Cerro de los Santos. Entre la escultura de animales se destaca una, conocida por la Bicha de Balazote, que representa a un toro echado como un gato, con cabeza humana y larga barba. Las figurillas de bronce, que fueron llamadas exvotos, y que no llegan a veinte centímetros de alto, representan a hombres y mujeres en poses diversas, frecuentemente con las manos juntas, en actitud de orar.