EL PRECIO DE LA TRAICIÓN


Camilo Marco, el gran general romano, fue el más ilustre miembro de la familia Furio. Libró a su patria del poder de los galos y reconstruyó la ciudad destruida. Por todo ello alcanzó los honores del triunfo y el dictado de Segundo fundador de Roma.

En cierta oportunidad en que Camilo tenía sitiada la bien guarnecida ciudad de Taleria, cuyos defensores no mostraban disposición de rendirse, un traidor resolvió entregársela. Este hombre, indigno de la noble profesión de maestro que ejercía, concibió un plan infame y lo llevó a cabo. Un día condujo a sus discípulos a un paseo que se hallaba fuera de los muros de la ciudad, por un lugar donde no había nada que temer del enemigo, y haciéndoles dar varios rodeos por sitios que sólo él conocía, los condujo hasta el campamento de los romanos.

-General -dijo a Camilo-, Taleria está ahora en vuestras manos. Estos niños son los hijos de sus principales ciudadanos, quienes, por recobrarlos, pasarán por todas las condiciones que queráis imponerles.

El traidor esperaba hallar una acogida lisonjera y ser recompensado generosamente, pero su consternación fue extrema cuando oyó a Camilo dirigirle estas terribles palabras:

-¿Has creído ¡hombre infame!, que los romanos son tan viles como tú? Aprende, para mengua tuya, que las leyes de la justicia son sagradas, que deben observarse hasta con los enemigos, y que ni la guerra misma puede quebrantar los derechos de la humanidad. Quien aprovecha de la traición participa de ella. Nosotros no hacemos la guerra a los niños, la hacemos lealmente a los hombres.

Después tranquilizó cariñosamente a aquellos niños sobrecogidos de pavor, los hizo acompañar hasta Taleria y entregó el traidor encadenado a la justa venganza de sus coterráneos.

Cuando los niños entraron en la ciudad, donde ya reinaba el sobresalto, la alegría y el asombro se manifestaron en todos los semblantes. El noble proceder del general romano conquistó los corazones; los habitantes de Taleria prefirieron tener por amigo a un pueblo tan digno y generoso, que se manifestaba en las virtudes de aquel general que lo representaba, y abrieron las puertas de su ciudad a los romanos, a quienes, en adelante, trataron como hermanos y aliados suyos.


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