Cómo el gallardo Ricaurte sacrificó su vida en aras de su patria adoptiva


Como Girardot, Ricaurte también ofrendó noblemente su vida por la libertad de Venezuela, patria que hizo suya por afecto.

Ricaurte fue bautizado en la Villa de Leiva el 13 de junio de 1786. Ya mozo, se alistó en las filas patrióticas y, como teniente al mando de la segunda compañía, salió para Popayán en abril de 1812 bajo las órdenes del coronel Antonio de Villavicencio. Regresó posteriormente a la ciudad capital y, en calidad de ayudante, luchó sin desmayo contra las armas de la federación. Un año después siguió a Bolívar en la campaña de Venezuela.

En Mérida quedaron las armas de la retaguardia, de las que formaba parte Ricaurte, a las órdenes de Rivas. Los combates de Horcones, Taguanes, Mirador y Las Trincheras, en los cuales participó Ricaurte, lo pusieron frente a las tropas de Boves en el sitio de San Mateo.

Era el 25 de marzo de 1814. Al despuntar el día, Boves, a la cabeza de sus tercios, atacó por todos lados, descontando que aquella jornada decidiría indefectiblemente la suerte de las armas. Los patriotas sostuvieron el fuego a pie firme. Comenzaban ya a ceder los afamados llaneros realistas, cuando de improviso se vio desde el campo republicano que la columna enemiga se descolgaba sobre la casa del ingenio; si los españoles llegaban a apoderarse de ella, el Libertador perdería sus pertrechos y vería al mismo tiempo atacada por la espalda su ala izquierda. El trance no podía ser más desesperado, y la solución pendía del capitán Ricaurte, quien mandaba dentro de la casa una partida demasiado pequeña para oponer larga resistencia y defender el parque confiado a su custodia. A los pocos instantes, viendo los realistas que los soldados republicanos se retiraban de la casa, abandonando, al parecer, la presa, llenaron el aire con los vítores de triunfo; pero de súbito se oyó una terrible explosión, y vio Boves que su columna había quedado reducida a unos cuantos soldados que huían despavoridos. Era que el heroico Ricaurte, ofrendando su joven vida por la causa, había despedido a sus soldados y, luego que vio la casa llena de enemigos, puso fuego por su propia mano a los pertrechos.